3 d’abr. 2008

Els boscos de la Safor corren un alt risc d'incendiar-se per la nul·la inversió en la neteja

El último libro del CEIC Alfons el Vell analiza la necesidad de proteger los espacios verdes de la comarca, la mayoría de propiedad privada.

A. Escrivá.

"Una olor intensa a humitat recorre l'ambient, les heures lianoides i els lligaboscos s'entesten a impedir el nostre pas, poregoses que la nostra presència altere el seu amagatall, ja coneixen bé l'espècie humana...". Así comienza el libro Els boscos de la Safor, la última publicación del Centre d'Estudis i Investigacions Comarcals (CEIC) Alfons el Vell que trata de abrir un debate sobre la protección y gestión de los bosques actuales de la Safor.

Como gran conclusión destaca la puesta en valor de pequeñas zonas vegetales, aisladas entre sí, de dimensiones reducidas pero que albergan una gran biodiversidad y heterogeneidad en su ecosistema. Conocerlos es importante para conservarlos, y esa conservación pasa por su mantenimiento. En este aspecto, la comarca suspende, puesto que la gran mayoría de su suelo forestal es un auténtico polvorín para los incendios. La responsable es la Conselleria, que tiene las competencias para la inversión en la limpieza de los parajes naturales. Sin embargo, a diferencia de otras comunidades, esto no es una prioridad hoy día en tierras valencianas.

La práctica totalidad de espacios verdes existentes en la Safor son de propiedad privada, lo que no favorece en nada esas tareas de limpieza. Sin embargo, los expertos en la materia e incluso las administraciones locales insisten en la necesidad de que el gobierno autonómico invierta en ello, subvencionando a los propietarios para que mantengan sus terrenos, dificultando así la declaración y propagación de incendios que tantos estragos han causado en los montes de la comarca durante años.

Lo que pretende esta publicación es contribuir a determinar los parámetros con los que conocer el nivel de madurez de un ecosistema arbolado, es decir, crear un sistema analítico sencillo capaz de definir las zonas boscosas con mayor madurez. A partir de ahí, estos espacios naturales habrá que gestionarlos cuidadosamente.

El término bosque puede tener multitud de definiciones. En este caso, se opta por un conjunto vegetal donde uno o diversos estratos de árboles dominan sobre uno o diversos estratos herbáceos y/o arbustivos, el sotobosque. Este es parte integrante e inseparable, pero son los árboles los que dan al bosque su carácter distintivo y característico. En la Safor no existen bosques maduros, ni viejos ni mucho menos vírgenes. Hay algunos "momentos climácicos", algunos trozos de bosque maduro y algunos tramos de bosques encaminados a la madurez, pero a menudo lejos de conseguirla. El papel del hombre ha sido fundamental, principal y decisivo para que la situación actual sea tan dramática. La razón de la relativa juventud de las masas forestales son los incendios forestales, que han dejado unos conjuntos arbóreos que en muy contadas ocasiones superan los 50 años.

Zonas de vegetación avanzada A pesar de ello, sobreviven algunos rincones, resultado final de la lucha contra las llamas, la construcción y la destrucción del territorio y sirven de ejemplo de supervivencia y defensa de la tierra. Son los bosques saforenses. Y existen pruebas de ellos, de las denominadas zonas de vegetación avanzada (ZVA): zonas que mantienen pinos de grandes dimensiones; conviven algunas encinas; hay palmitos con troncos gruesos; se observan lentiscos y aladiernos; coscojas que superan la altura de una persona; incluso reviven praderías bajo las copas...

El abandono de ciertas prácticas tradicionales han contribuido especialmente a la regeneración natural de los bosques. Los pueblos funcionaban con la energía calorífica que desprendía la madera o su derivado más inmediato, el carbón. El pan, el fuego, las estufas, los trabajos de campo, las industrias, el tren,... Todos empleaban la madera. El pastoreo era una de las actividades que contribuía a la mala situación de las zonas de montaña, al igual que la caza, que provocó la desaparición de muchos animales, como conejos, perdices, jabalíes e, incluso el lobo.

El uso de neveras creó un mercado y un comercio. Supusieron una modificación importante no sólo por la apertura de caminos para acceder a ellas sino por el aprovechamiento de ramas y matojos para marcar los niveles del hielo. Los hornos de cal fueron típicos y supusieron un grave impacto. Se obtenía a partir de la combustión de rocas, de nuevo por medio de la madera, y se usaba para fachadas, construcción, deshacer residuos o desinfectar espacios. Todos estos datos quedan recabados y complementados con dibujos y fotografías en este libro. Sus autores son expertos en la materia, cada uno especializado en una parte, lo que deja como resultado un completo trabajo de investigación que será "útil tanto para técnicos como para los ciudadanos de a pie", explicó Xavi Ródenas.

Recién elegido miembro del CEIC y licenciado en Ingeniería Forestal, Ròdenas aseguró en la presentación de la obra que publicar dentro de esa entidad "era un reto personal". En su intervención llamó a la reflexión y al uso responsable del entorno natural. Es el responsable de la coordinación de la publicación y del trabajo científico y de campo.

Josep Sendra es licenciado en bioquímica, técnico especialista Forestal y amante de la naturaleza. Su aportación han sido los dibujos y el capítulo dedicado a la fauna.Por último, Josep Maria Peiró es ingeniero de montes y es el responsable del asesoramiento científico.

El libro fue ayer presentado en la Casa de Cultura de Gandia, ante un numeroso público. El acto, en el que predominó la música y la proyección de imágenes, sirvió de homenaje a las personas y colectivos que cada día luchan por conservar el patrimonio verde, como la Plataforma pels Pobles, Col·lectiu Baladre, Vall de Vernissa, Samaruc, Grup Scout Parpalló, excursionistas, etcétera.