26 de des. 2006

"El desarrollo sostenible", segons J.José Sapena (alcalde de Palma)

Si el desarrollo sostenible es “el desarrollo que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades” (en palabras de la Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo, “Nuestro futuro común”, 1998), de tal definición podemos extraer, para poder dotarlo de contenido, los siguientes elementos:

1º.- La sostenibilidad se refiere al desarrollo, en el sentido que su concepto ha de aplicarse, aunque no exclusivamente, principalmente al desarrollo.

2º.- El desarrollo ha de encaminarse a satisfacer las necesidades actuales de los ciudadanos.

3º.- El desarrollo presente no puede evitar que las generaciones futuras puedan satisfacer sus necesidades.

4º.- La satisfacción de necesidades de una población no se limita, no puede restringirse exclusivamente al medio ambiente, habiendo de incluirse también las necesidades sociales, culturales, educativas, sanitarias, deportivas, etc., de otro modo no se entendería muy bien la expresión “para satisfacer sus propias necesidades”, bien sean éstas presentes o futuras.

5º.- El límite del desarrollo será, pues, el de la dimensión de sus propios recursos.

Por lo tanto, si un municipio no ha crecido, no puede propugnarse que no se desarrolle para que sean las futuras generaciones las que lo decidan (“nadie puede hipotecar el futuro de un municipio”) porque, de este modo, se estaría cayendo en la trampa del falaz argumento de la “slippery slop” (pendiente resbaladiza), que no es otra cosa que “una invitación a la prudencia frente a los resultados futuros y desconocidos que se pueden derivar de un cambio”.

Es decir, los sofismas que se emplean “para rechazar una proposición o desacon sejar una conducta, y por los que se anuncian consecuencias remotas, hipotéticas y desagradables”, argumentando que si un determinado hecho ocurre, otros eventos dañinos sucederán después inevitablemente, por lo cual no hay que permitir ni siquiera que pase el primero, y por lo que presume esta falacia, nunca podría desarrollarse ningún municipio porque siempre habría que esperar a que lo decida la generación siguiente.

Por tanto, el argumento basado en la falacia de la “slippery slop”, asociada al desarrollo sostenible solamente se fundamenta en las “futuribles” consecuencias negativas, simplemente porque pueden ser desfavorables, obviando que las consecuencias del desarrollo también pueden ser beneficiosas, por lo tanto, quienes argumentan con esta falacia no hacen más que aplicar sus temores a la realidad, producidos por su incompetencia.


http://www.lasprovincias.es/valencia/prensa/20061222/safor/desarrollo-sostenible_20061222.html


Immanuel Kant, para explicar su “giro copernicano”, dijo que “sólo podemos conocer a priori de las cosas aquello que antes hemos puesto en ellas”. Esto es, cuando nos acercamos a un objeto de conocimiento, tal objeto solamente se construirá con las categorías que el sujeto le aporte.

Quienes se limitan a vaticinar las consecuencias perjudiciales del desarrollo, solamente demuestran que son incapaces de poder ver las positivas, es decir, han construido el objeto de conocimiento de manera incompleta. Y solamente atendiendo a lo que ellos “creen”, no a lo que los demás puedan saber, puesto que todo desarrollo puede tener consecuencias positivas y negativas, y será la precaución y previsión de estas últimas lo que podrá reducir sus “futuribles” efectos perjudiciales.

El resultado del desarrollo será lo que seamos capaces de poder beneficiarnos de él; por lo tanto, solamente se presumirá negativo cuando se sea incapaz de aportarle lo positivo. Y mucho más cuando hay quienes primero formulan el dictamen magistral, sin poder construir el objeto de conocimiento sobre el que habrían de adoptar la resolución, teniendo así una decisión predeterminada atendiendo exclusivamente a la categoría ideológica que dicen profesar.

Es decir, formulando la decisión antes que analizar sobre lo que se ha de decidir. Dicho en otras palabras, y citando a Descartes “El análisis (la “resolución”) es el método de investigación consistente en dividir cada una de las dificultades que encontramos en tantas partes como se pueda, hasta llegar a los elementos más simples, cuya verdad es posible establecer mediante un acto de intuición”.

Es decir, ningún análisis es válido si lo que se analiza no se descompone hasta que los elementos puedan observarse desde la mera percepción, y mucho más cuando el objeto del conocimiento que habrían de analizar no es presente sino “futurible”.

Pero ellos juzgan la capacidad de los demás partiendo de su incapacidad. Consideran que nadie puede ser más apto que su impericia, es decir, su ineptitud la consideran como la cúspide de la aptitud posible, nadie puede ser más capaz que su propia torpeza. Por eso no pueden ver más allá de lo que su incompetencia les permite.

Es precisamente por ello que sus conclusiones nunca pueden ser válidas, y no deberían serlo ni siquiera para ellos que son quienes las formulan.

http://www.lasprovincias.es/valencia/prensa/20061224/safor/desarrollo-sostenible_20061224.html

Un municipio que urbanísticamente no ha crecido nunca tiene que desarrollarse. De otro modo será imposible satisfacer “las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras”. Cuando se compare con los municipios que sí lo han hecho quedará en inferioridad tanto en la calidad como la cantidad de las dotaciones y servicios públicos locales.

Ahora bien, todo desarrollo hay que hacerlo con prudencia y planificación, sin precipitarse y teniendo en cuenta todas las posibilidades que puedan calcularse sobre los efectos de esa expansión. Es decir, hay que gestionar bien el desarrollo y no caer en las profecías de los agoreros que solamente desautorizan y no aportan ninguna alternativa a la mejora.

Mediante la prudencia y la planificación, el desarrollo hay que convertirlo en útil para que acabe por ser necesario. Pero puede que eso sea pedirles a algunos demasiado, ya que quienes no saben para qué sirve el desarrollo bien gestionado, acaban por concluir que no sirve para nada. Desconocen que las cosas se convierten en necesarias cuando se les encuentra utilidad.

La decisión de desarrollarse es un argumento de igualdad y justicia. La renuncia al desarrollo perjudica. Si un municipio ha decidido preservar el medio ambiente por encima del equilibrio, se irá empobreciendo. Y tal debilidad económica repercutirá negativamente en el bienestar y nivel de vida de su población.

La preservación del medio ambiente de una forma desequilibrada no produce beneficio social; pero de su actuación sí se habrán beneficiado el resto de municipios que decidieron no preservar desequilibradamente el medio ambiente. Sus ciudadanos podrán disfrutar del beneficio del medio ambiente que aquel municipio ha decidido preservar, aún en perjuicio de su calidad de vida, y sin coste alguno para los habitantes de los municipios que decidieron no proteger sus recursos naturales, así como de los vecinos de las poblaciones que directamente se hubieran convertido en insostenibles, sobre todo, cuando las mayores desautorizaciones al desarrollo provienen de dirigentes que rigen municipios mucho más desequilibrados urbanísticamente que los que pretenden desarrollarse.

Así pues, el límite del desarrollo sostenible, la frontera de “no comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades” no puede ser otro que el agotamiento de sus propios recursos naturales. Por lo tanto, el desarrollo sostenible ha de entenderse en el sentido que el nivel de desarrollo procure más beneficios que perjuicios, teniendo en cuenta la limitación de sus propios recursos naturales, habiendo de detenerse cuando se hayan agotado, frontera a la que Palma de Gandia todavía está muy lejos.

Por todo lo manifestado, este escrito solamente va dirigido a quienes hayan confundido la transformación con la destrucción; a los que confundan la verdad con sus dogmas, y a quienes pretendan que la realidad se confunda con sus alucinaciones.

Porque la transformación la produce la planificación, y la destrucción es producto de la negligencia; la verdad es voluntaria y el dogma siempre ha de ser impuesto; porque la mayoría de “iluminados” no son más que “alucinados”, y para que no puedan someter a la colectividad con sus propias alucinaciones. Este escrito va dirigido a quienes no son políticamente casi nada porque, por todo esto, no les tiene en cuenta, afortunadamente, casi nadie.

http://www.lasprovincias.es/valencia/prensa/20061226/safor/desarrollo-sostenible_20061226.html